El Ejercito Negro
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El Ejercito Negro
Deseo compartirles y poner a su consideración, el avance de un proyecto más amplio de su servidor. Cabe señalar que me divertí enormidades escribiendo estas cuantas líneas .
Esperando sea de sus agrados, quedo de ustedes.
CHALCO.
Francisco, dando una chupada honda a su cigarro de hoja, con tono concluyente, afirmó. _¡No le demos más vuelta!, ¿para qué vamos a hablar y hablar, para saber lo que todos sabemos… Es hacerlo… Sino desobedeces, te pueden enbartolinar en San Juan de Ulúa, así nomás el bulto, pero lo que tienes en la cecera… pu´s ni quien te lo amarre. Con muchos que no obedezcan, Pu´s de donde… Con muchos, nada. No se daría abasto el Gobierno... Y hasta que se cansen.
Santiago Villanueva, a la par de que se secaba el sudor de la nuca con su paliacate, intervino. _ ¡No pu´s si es así de simple, nos juntamos y no obedecemos… Pero todos, campesinos y obreros…
¡École, Villa! Pero tampoco a lo bruto, debe de ser pian-pianito, con mucha maña. Ya vez que ahorita, el Gobierno no está para aguantar alebrestados. No es que uno le saque, pero tampoco es para irse de hocico a lo menso. ¿Usted que dice maistro Plotino?
Plotino Rhodakanaty, aun meditaba sobre lo imponente que era la vista, al llegar a Veracruz, del baluarte de San Juan de Ùlua. Más ahora, que vinculaba esa omnipresente visión, con lo que sabia sucedía dentro del mismo… ¿No el Presiente mismo, lo había padecido?
Con inseguro uso de las palabras, Rhodakanaty, suspendió el rustico dibujo del Partenón, que realizaba en la tierra, y auxiliado un junquillo -y que los mexicanos llamaban caña de maíz-.
_ Estrategia amigos, se debe de establecer una estrategia. Se pueden cometer muchos errores –muchos de ellos mortales- si no se establecen las acciones y se prevén las consecuencias que subyacen a las mismas… En efecto, no se debe arriesgar de manera ciega, hay que considerar los efectos, y poder con ello, establecer las salidas que sean necesarias… Recordemos que no contamos con un ejército negro, para poder afrontar las acometidas de la República, restándonos la forma de la guerrilla, que fue muy efectiva para los españoles contra José Bonaparte. Pero, personalmente iría más allá, recurriendo a un plan más complejo…
Ambos, Francisco Zalacosta y Santiago Villanueva, habían percibido que se iluminaba el rostro del Griego. Ya en otras ocasiones, habían apreciado que el fulgor que irradiaba en ocasiones el rostro de ese hombre, anunciaba un planteamiento excepcional. Por lo que respetuosamente, centraron toda su atención en escuchar sus palabras…
o o o
DISTRITO FEDERAL.
_¿¡Y usted, qué hizo para atrapar al asesino!?-
Alberto Segovia, apretó rabiosamente el sombrero de paisano que traía ente las manos, y del cual se había despojado, para mostrar respeto al Capitán Eulalio Mendiola, Jefe Policiaco.
_Nos encontramos investigando…-
_¿Investigando?, ¿Así se le llama al no hacer algo?, ¿No cree que son las palabras más recurridas para evitar la responsabilidad?, ¿Y después que?, “No llegamos a conclusiones por falta de pruebas…”
_Es que…-
_Es que… ¡nada! Sus excusas sólo me hacen pensar que su fama, no corresponde a sus capacidades…
¿Qué muerte le pondría dispensar a Mandiola, para que se arrepintiera de todas y cada una de sus palabras? Corrigiendo, matarlo seria demasiado inmediato, antes, torturarlo… Con dos o tres matarifes de los que abundan en los arrabales… finiquitado el asunto, finiquitada la investigación “por falta de pruebas”, como dice el insensato… Poco cristiano, pero en definitiva, muy merecido…
_¿Me escuchó Segovia?_ Alberto se había sustraído en sus pensamientos, efectivamente no había escuchado al Capitán Mandiola, desde que éste había hablado de “capacidades”. Situación que atribuía a su capacidad de cerrar su pensamiento ante discusiones entupidas provenientes de representantes de la autoridad, los cuales entendían que su función, era la de gritar e insultar a sus subalternos, antes que dispensar instrucciones. A los idiotas les encanta reiterar lo que ya, han dicho.
_¡Le repito!, no sé porque, el Ministro de Estado y del Despacho de Gobernación, requiere sus servicios. Pero de quedar en mí, más bien lo despediría por incompetente… Queda relevado del caso del asesinato, y preséntese de manera inmediata, ante el secretario particular del Ministro._.
El inspector Alberto Segovia, se despidió de su superior saludando militarmente, y con el pensamiento de lo aberrante que podría ser escuchar a un burro, hablando de sus orejas… Inmediatamente al salir de la oficina del Capitán Eulalio Mandiola, Segovia rió para sus adentros, por sus pensamientos en burros disertadores.
o o o
LAS LEYES.
“Artículo 12. No hay, ni se reconocen en la República, títulos de nobleza, ni prerrogativas, ni honores hereditarios. Sólo el pueblo, legítimamente representado, puede decretar recompensas en honor de los que hayan prestado ó prestaren servicios eminentes á la patria ó a la humanidad.”
Constitución Política de la República Mexicana (1857)
La ubicación en igualdad de circunstancias de los ciudadanos mexicanos a través de la Constitución Política de la República Mexicana de 1857. Generó la inconformidad de los sectores que se habían visto privilegiados por las prevenciones de la Constitución de 1824.
La Iglesia amenazó con excomulgar a quienes juraran la Constitución Política de la República Mexicana, mientras que algunos sectores del ejercito, encabezados por el General Félix María Zuloaga, y con apoyo del mismo Presidente Ignacio Comonfort –que había llegado a la Presidencia en virtud de la propia Constitución de 1857-, proclamó el Plan de Tacubaya (17 de Diciembre de 1857), que desconocía los efectos de la nueva Carta Magna.
“Artículo 1. Desde esta fecha cesará de regir en la República la Constitución de 1857.”
Plan de Tacubaya
“Artículo 79. En las faltas temporales del presidente de la República, y en la absoluta, mientras se presenta el nuevamente electo, entrará á ejercer el poder, el presidente de la Suprema Corte de Justicia.”
Constitución Política de la República Mexicana (1857)
Una vez depuesto la Presidente Ignacio Comonfort, con motivo de los intereses irreconciliables dentro de un Gabinete integrado tanto por conservadores como liberales, e ideado para apaciguar los ánimos de ambos bandos. El Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Don Benito Juárez García, toma posesión de la Presidencia de la República, de manera interina, el 15 de enero de 1858. Comenzando así, la llamada “Guerra de los Tres años” o “Guerra de Reforma”.
o o o
PALACIO NACIONAL. DISTRITO FEDERAL.
Desde su llegada al Distrito Federal, desde Guadalajara en donde se había desempeñado como soldado raso del 5º Regimiento –después de haberse convencido de que el Gobierno Republicano, enarbolaba una causa justa a su parecer-. Nunca había pisado Palacio, puesto que esto actividad le correspondía ser desempeñada al Capitán Eulalio Mandiola, Jefe de Policía, y sujeto por decirlo de paso; no omitía cualquier oportunidad para poder exhibirse ante la crema y nata del Poder Civil, y lograr de éste modo –dada una presunta “laboriosidad”, y estaba muy alejada de desplegar…-, algún tipo de beneficio.
Preguntando –recurso del extraviado- por las oficinas dónde despachaba el Ministro de Estado del Despacho de Gobernación. Le pareció reconocer fugazmente, doblando por un pasillo, una figura que podría corresponder –según recordaba- a la del sujeto, que de forma por demás bragada, había realizado la hombrada de afrontar a soldados de su regimiento, así como de conmoverlos hasta las lágrimas en el año de 1858…
–¡Armas al hombro!, ¡presenten!, ¡preparen!, ¡apunten!…-
Dada su posición privilegiada como tirador en el piquete de tropa. Pudo apreciar como el Presidente Interino, había afrontando a la tropa, echando la cabeza hacia atrás, esperando la descarga que le mataría. Y muerte que fue impedida por la intervención de aquel hombre, que había dicho tratarse del Ministro de Hacienda del sentenciado.
El hombre de pelo y barba negra, se había interpuesto entre los soldados y el Presidente Interino, en el momento justo en que se instruía la orden de ¡FUEGO!, y que ahogó con unas palabras de arrebato, que sólo pueden conmover a las personas en los momentos más determinantes de sus vidas. -¡Levanten esas armas! ¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!...-
La tropa y él, desamartillaron sus armas, horrorizados por haber estado a punto de cometer aquel crimen. El oficial al mando, avergonzado al igual que sus subordinados, rompieron en llanto. Era la escena más gallarda presenciada por el soldado Alberto Segovia del 5º Regimiento, y que había tenido en surte vivir.
A una señal del oficial –que ya no tenía el animo para dar una orden verbal-, ordenó las salida del Salón donde se encontraban los prisioneros, dejando las puertas abiertas, para que pudieran escapar aquellos hombres… Segovia, alcanzó a ver cómo los prisioneros, llorando, abrazaban al hombre que les había salvado la vida...
o o o
AÚN EN PALACIO NACIONAL. DISTRITO FEDERAL
-¡Bienvenido!, ¿Es Usted…?- Alberto quedó gratamente sorprendido por el recibimiento que le dispensaba el hombre ubicado detrás del escritorio, y que custodiaba la puerta del Despacho del Ministro. - Alberto Segovia, señor Secretario…-.
-¡Ha, gracias por la atención pronta a las instrucciones recibidas, mi querido Inspector Segovia! Por favor pase, y tome asiento, en tanto el Señor Ministro se desocupa, y pueda atenderle.-
Alberto transpuso el trecho que mediaba entre la puerta de entrada de la oficina, y las dos sillas que se encontraban ubicabas frente al escritorio del Secretario, tomando asiento en una. Lo hizo de manera marcialmente derecha, poniendo sus manos sobre sus piernas, y conteniendo el impulso de enjugarse la gota de sudor, que iba haciendo camino, entre su sien izquierda, y el cabello de la patilla…
El Secretario, había vuelto a la consulta los documentos que se hallaban frente a sus ojos en el escritorio, moviendo de vez en cuando la cabeza afirmativamente, o de manera brusca… - ¡Pero habríase visto tamaño descaro!, ¡Mire que solicitar pensión de Guerra, hasta para los hijos nonatos de este solicitante!, ¡Nom´bre, de que los hay, los hay…!- Segovia aprovechó el momento, para enjugarse el sudor con el torso de la mano, antes de que el Secretario levantará los ojos del documento, y los fijara en su persona. –Perdone Inspector, pero aquí se atiende desde sandeces, hasta asuntos de Estado, y que invariablemente, deben de obtener una respuesta debida…-
Desde dentro del despacho del Ministro del Despacho de Gobernación, se escuchó una campanilla que llamaba a la atención a su Secretario. – Por favor sírvase pasar al despacho del señor Ministro, mi querido Inspector Segovia. Le está esperando…-Alberto, después de levantarse de su silla, entró en la oficina del Ministro. Sin tener aún, idea clara del porqué se solicitaba su presencia.
Esperando sea de sus agrados, quedo de ustedes.
CHALCO.
Francisco, dando una chupada honda a su cigarro de hoja, con tono concluyente, afirmó. _¡No le demos más vuelta!, ¿para qué vamos a hablar y hablar, para saber lo que todos sabemos… Es hacerlo… Sino desobedeces, te pueden enbartolinar en San Juan de Ulúa, así nomás el bulto, pero lo que tienes en la cecera… pu´s ni quien te lo amarre. Con muchos que no obedezcan, Pu´s de donde… Con muchos, nada. No se daría abasto el Gobierno... Y hasta que se cansen.
Santiago Villanueva, a la par de que se secaba el sudor de la nuca con su paliacate, intervino. _ ¡No pu´s si es así de simple, nos juntamos y no obedecemos… Pero todos, campesinos y obreros…
¡École, Villa! Pero tampoco a lo bruto, debe de ser pian-pianito, con mucha maña. Ya vez que ahorita, el Gobierno no está para aguantar alebrestados. No es que uno le saque, pero tampoco es para irse de hocico a lo menso. ¿Usted que dice maistro Plotino?
Plotino Rhodakanaty, aun meditaba sobre lo imponente que era la vista, al llegar a Veracruz, del baluarte de San Juan de Ùlua. Más ahora, que vinculaba esa omnipresente visión, con lo que sabia sucedía dentro del mismo… ¿No el Presiente mismo, lo había padecido?
Con inseguro uso de las palabras, Rhodakanaty, suspendió el rustico dibujo del Partenón, que realizaba en la tierra, y auxiliado un junquillo -y que los mexicanos llamaban caña de maíz-.
_ Estrategia amigos, se debe de establecer una estrategia. Se pueden cometer muchos errores –muchos de ellos mortales- si no se establecen las acciones y se prevén las consecuencias que subyacen a las mismas… En efecto, no se debe arriesgar de manera ciega, hay que considerar los efectos, y poder con ello, establecer las salidas que sean necesarias… Recordemos que no contamos con un ejército negro, para poder afrontar las acometidas de la República, restándonos la forma de la guerrilla, que fue muy efectiva para los españoles contra José Bonaparte. Pero, personalmente iría más allá, recurriendo a un plan más complejo…
Ambos, Francisco Zalacosta y Santiago Villanueva, habían percibido que se iluminaba el rostro del Griego. Ya en otras ocasiones, habían apreciado que el fulgor que irradiaba en ocasiones el rostro de ese hombre, anunciaba un planteamiento excepcional. Por lo que respetuosamente, centraron toda su atención en escuchar sus palabras…
o o o
DISTRITO FEDERAL.
_¿¡Y usted, qué hizo para atrapar al asesino!?-
Alberto Segovia, apretó rabiosamente el sombrero de paisano que traía ente las manos, y del cual se había despojado, para mostrar respeto al Capitán Eulalio Mendiola, Jefe Policiaco.
_Nos encontramos investigando…-
_¿Investigando?, ¿Así se le llama al no hacer algo?, ¿No cree que son las palabras más recurridas para evitar la responsabilidad?, ¿Y después que?, “No llegamos a conclusiones por falta de pruebas…”
_Es que…-
_Es que… ¡nada! Sus excusas sólo me hacen pensar que su fama, no corresponde a sus capacidades…
¿Qué muerte le pondría dispensar a Mandiola, para que se arrepintiera de todas y cada una de sus palabras? Corrigiendo, matarlo seria demasiado inmediato, antes, torturarlo… Con dos o tres matarifes de los que abundan en los arrabales… finiquitado el asunto, finiquitada la investigación “por falta de pruebas”, como dice el insensato… Poco cristiano, pero en definitiva, muy merecido…
_¿Me escuchó Segovia?_ Alberto se había sustraído en sus pensamientos, efectivamente no había escuchado al Capitán Mandiola, desde que éste había hablado de “capacidades”. Situación que atribuía a su capacidad de cerrar su pensamiento ante discusiones entupidas provenientes de representantes de la autoridad, los cuales entendían que su función, era la de gritar e insultar a sus subalternos, antes que dispensar instrucciones. A los idiotas les encanta reiterar lo que ya, han dicho.
_¡Le repito!, no sé porque, el Ministro de Estado y del Despacho de Gobernación, requiere sus servicios. Pero de quedar en mí, más bien lo despediría por incompetente… Queda relevado del caso del asesinato, y preséntese de manera inmediata, ante el secretario particular del Ministro._.
El inspector Alberto Segovia, se despidió de su superior saludando militarmente, y con el pensamiento de lo aberrante que podría ser escuchar a un burro, hablando de sus orejas… Inmediatamente al salir de la oficina del Capitán Eulalio Mandiola, Segovia rió para sus adentros, por sus pensamientos en burros disertadores.
o o o
LAS LEYES.
“Artículo 12. No hay, ni se reconocen en la República, títulos de nobleza, ni prerrogativas, ni honores hereditarios. Sólo el pueblo, legítimamente representado, puede decretar recompensas en honor de los que hayan prestado ó prestaren servicios eminentes á la patria ó a la humanidad.”
Constitución Política de la República Mexicana (1857)
La ubicación en igualdad de circunstancias de los ciudadanos mexicanos a través de la Constitución Política de la República Mexicana de 1857. Generó la inconformidad de los sectores que se habían visto privilegiados por las prevenciones de la Constitución de 1824.
La Iglesia amenazó con excomulgar a quienes juraran la Constitución Política de la República Mexicana, mientras que algunos sectores del ejercito, encabezados por el General Félix María Zuloaga, y con apoyo del mismo Presidente Ignacio Comonfort –que había llegado a la Presidencia en virtud de la propia Constitución de 1857-, proclamó el Plan de Tacubaya (17 de Diciembre de 1857), que desconocía los efectos de la nueva Carta Magna.
“Artículo 1. Desde esta fecha cesará de regir en la República la Constitución de 1857.”
Plan de Tacubaya
“Artículo 79. En las faltas temporales del presidente de la República, y en la absoluta, mientras se presenta el nuevamente electo, entrará á ejercer el poder, el presidente de la Suprema Corte de Justicia.”
Constitución Política de la República Mexicana (1857)
Una vez depuesto la Presidente Ignacio Comonfort, con motivo de los intereses irreconciliables dentro de un Gabinete integrado tanto por conservadores como liberales, e ideado para apaciguar los ánimos de ambos bandos. El Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Don Benito Juárez García, toma posesión de la Presidencia de la República, de manera interina, el 15 de enero de 1858. Comenzando así, la llamada “Guerra de los Tres años” o “Guerra de Reforma”.
o o o
PALACIO NACIONAL. DISTRITO FEDERAL.
Desde su llegada al Distrito Federal, desde Guadalajara en donde se había desempeñado como soldado raso del 5º Regimiento –después de haberse convencido de que el Gobierno Republicano, enarbolaba una causa justa a su parecer-. Nunca había pisado Palacio, puesto que esto actividad le correspondía ser desempeñada al Capitán Eulalio Mandiola, Jefe de Policía, y sujeto por decirlo de paso; no omitía cualquier oportunidad para poder exhibirse ante la crema y nata del Poder Civil, y lograr de éste modo –dada una presunta “laboriosidad”, y estaba muy alejada de desplegar…-, algún tipo de beneficio.
Preguntando –recurso del extraviado- por las oficinas dónde despachaba el Ministro de Estado del Despacho de Gobernación. Le pareció reconocer fugazmente, doblando por un pasillo, una figura que podría corresponder –según recordaba- a la del sujeto, que de forma por demás bragada, había realizado la hombrada de afrontar a soldados de su regimiento, así como de conmoverlos hasta las lágrimas en el año de 1858…
–¡Armas al hombro!, ¡presenten!, ¡preparen!, ¡apunten!…-
Dada su posición privilegiada como tirador en el piquete de tropa. Pudo apreciar como el Presidente Interino, había afrontando a la tropa, echando la cabeza hacia atrás, esperando la descarga que le mataría. Y muerte que fue impedida por la intervención de aquel hombre, que había dicho tratarse del Ministro de Hacienda del sentenciado.
El hombre de pelo y barba negra, se había interpuesto entre los soldados y el Presidente Interino, en el momento justo en que se instruía la orden de ¡FUEGO!, y que ahogó con unas palabras de arrebato, que sólo pueden conmover a las personas en los momentos más determinantes de sus vidas. -¡Levanten esas armas! ¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!...-
La tropa y él, desamartillaron sus armas, horrorizados por haber estado a punto de cometer aquel crimen. El oficial al mando, avergonzado al igual que sus subordinados, rompieron en llanto. Era la escena más gallarda presenciada por el soldado Alberto Segovia del 5º Regimiento, y que había tenido en surte vivir.
A una señal del oficial –que ya no tenía el animo para dar una orden verbal-, ordenó las salida del Salón donde se encontraban los prisioneros, dejando las puertas abiertas, para que pudieran escapar aquellos hombres… Segovia, alcanzó a ver cómo los prisioneros, llorando, abrazaban al hombre que les había salvado la vida...
o o o
AÚN EN PALACIO NACIONAL. DISTRITO FEDERAL
-¡Bienvenido!, ¿Es Usted…?- Alberto quedó gratamente sorprendido por el recibimiento que le dispensaba el hombre ubicado detrás del escritorio, y que custodiaba la puerta del Despacho del Ministro. - Alberto Segovia, señor Secretario…-.
-¡Ha, gracias por la atención pronta a las instrucciones recibidas, mi querido Inspector Segovia! Por favor pase, y tome asiento, en tanto el Señor Ministro se desocupa, y pueda atenderle.-
Alberto transpuso el trecho que mediaba entre la puerta de entrada de la oficina, y las dos sillas que se encontraban ubicabas frente al escritorio del Secretario, tomando asiento en una. Lo hizo de manera marcialmente derecha, poniendo sus manos sobre sus piernas, y conteniendo el impulso de enjugarse la gota de sudor, que iba haciendo camino, entre su sien izquierda, y el cabello de la patilla…
El Secretario, había vuelto a la consulta los documentos que se hallaban frente a sus ojos en el escritorio, moviendo de vez en cuando la cabeza afirmativamente, o de manera brusca… - ¡Pero habríase visto tamaño descaro!, ¡Mire que solicitar pensión de Guerra, hasta para los hijos nonatos de este solicitante!, ¡Nom´bre, de que los hay, los hay…!- Segovia aprovechó el momento, para enjugarse el sudor con el torso de la mano, antes de que el Secretario levantará los ojos del documento, y los fijara en su persona. –Perdone Inspector, pero aquí se atiende desde sandeces, hasta asuntos de Estado, y que invariablemente, deben de obtener una respuesta debida…-
Desde dentro del despacho del Ministro del Despacho de Gobernación, se escuchó una campanilla que llamaba a la atención a su Secretario. – Por favor sírvase pasar al despacho del señor Ministro, mi querido Inspector Segovia. Le está esperando…-Alberto, después de levantarse de su silla, entró en la oficina del Ministro. Sin tener aún, idea clara del porqué se solicitaba su presencia.
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